La clase de hoy sobre el concepto de cultura me ha traído a la mente un libro de Umberto Eco que leímos en tercer curso, en la asignatura de Sociología de la Cultura de Masas: Apocalípticos e integrados. Eco, refiriéndose a la emergencia de la nueva cultura popular y de los mass media, distingue dos grupos de personas: los apocalípticos, que son aquellos que miran hacia el pasado y se aferran a las viejas costumbres, y los integrados, que miran hacia el futuro y alegan los enormes beneficios de esa nueva cultura que, gracias a los medios de comunicación, se ha difundido entre las masas que antes no tenían acceso a la misma , ya que estaba reservada sólo a las clases privilegiadas.
Algo parecido está sucediendo ahora con la cultura digital: unos la ven como la solución a todos nuestros problemas y fuente solo de beneficios, crecimiento y desarrollo, y otros, como un moderno demonio dañino que sólo nos traerá problemas y deshumanización.
Creo que todo avance tiene siempre un lado positivo y otro negativo y que la tarea del hombre consiste en ver más allá, trascender y separar la paja del grano. Somos nosotros los que hemos creado la cultura digital, esa nueva forma de mirar el mundo. Pero, como hemos visto en la clase de hoy, mirar significa separar una parte del todo, ordenar, colocar las cosas en el lugar adecuado; alterar y crear. Por eso pienso que es un error posicionarse como apocalípticos o como integrados y creo que una postura crítica es mucho más enriquecedora.
Y para conseguirlo primero debemos conocer ese nuevo mundo que se nos presenta, sin miedo, sumergiéndonos en el, bañándonos en sus aguas pero sin perder de vista la playa. Si nos quedamos en la orilla mirando al mar digital por miedo a ahogarnos en él, nos perderemos una experiencia fantástica y, que estoy segura, nos permitirá crecer como personas; pero si nos sumergimos en toda esa información sin saber nadar, sin herramientas que nos ayuden a interpretar lo que vemos, correremos el peligro de ahogarnos.
Hay un artículo en El Mundo, con el sugerente título, Un mundo distraído, muy interesante, sobre el libro de Nicholas Carrs, Superficiales ¿Qué está haciendo internet con nuestras mentes? Su autor nos alerta, desde su propia experiencia, del problema que las nuevas tecnologías y el exceso de información en la red están generando en la manera de mirar y comprender del ser humano. Plantea la duda de si esa nueva cultura habla más al cuerpo que a la mente, potenciando más nuestros reflejos que nuestra capacidad de reflexión.
Carrs afirma que Internet nos incita a buscar lo breve y lo rápido y nos aleja de la posibilidad de concentrarnos en una sola cosa. Dice que las diferentes formas de tecnología incentivan diferentes formas de pensamiento y por diferentes razones Internet alienta la multitarea y fomenta muy poco la concentración. Y creo que algo de razón tiene. La esencia de la libertad es poder escoger a qué quieres dedicarle tu atención, dice Carrs. Y creo que quizás en esta idea esté una de las claves.