Esa es la sensación que uno tiene cuando descubre que aquello que parecía que no nos podía pasar a nosotros nos sucede y escuchas en las noticias o lees a través del periódico digital que en Lorca ha habido un terremoto que ha costado la vida a ocho personas. Somos frágiles y nuestra vida se soporta sobre pequeños hilos que la van tejiendo pero que en cualquier momento puden romperse haciendo que todo se desmorone. Desgraciadamente metemos todo en el mismo saco, el de lo impactante, lo catastrófico, hasta el punto de no saber si los terremotos (que son algo que forma parte de la constitución de nuestro planeta) son culpa del calentamiento glogal, de la crisis o de Zapatero.
Desgraciadamente, lo que hoy vende es la crisis y el discurso apocalíptico. Cierto es que debemos ser concientes de la cruda realidad pero el bombardeo de noticias, de malas noticias, a veces es tan grande que casi preferimos apagarlo todo y taparnos lo oidos.
Hablábamos hoy en clase del enorme cambio que se tiene que producir en los próximos años a todos los niveles, principalmente a nivel social y cultural. De como la cultura digital se introduce como una cuña, como la proa de un barco, imparable, entre la cultura oral y la escrita, para cambiarlo todo y derivar hacia algo nuevo y distinto que podemos intuir o imaginar pero nunca predecir con exactitud.
A veces me parece fascinante y otras me da una pereza infinita y muchas ganas de perderme en el bosque y sentarme a escuchar los sonidos sin pensar en otras realidades más que aquella en la que mi cuerpo vive. Pero esto es ya imposible porque nuestra mente, nuestro cerebro, habita ya en otro mundo, aunque de momento solo esté ocupado por unos pocos.
Solo un puñado de griegos cambiaron el rumbo del pensamiento occidental y solo unos pocos espartanos consiguieron salvar a toda una civilización. Ahora solo unos pocos hemos accedido a ese mundo digital que lo esta transformando todo gracias, como siempre, al desarrollo de nuestro cerebro y, con ello, a la creación de nuevas tecnologías que nos hacen ir avanzando sin parar. Os paso un post de un programa de radio en el que se hace una entrevista muy interesante al profesor Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid sobre este tema y que nos da a entender que, por encima de todo, no somos ni espíritu ni carne, sino cerebro, conexiones nerviosas que se encienden y se apagan y que nos recuerdan mucho al funcionamiento de ese otro mundo al otro lado de la pantalla en el que los unos y los ceros y sus diferentes interconexiones son los verdaderos protagonistas .

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